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Necesitamos desestigmatizar las rondas descendentes en 2023

Llega un nuevo año y con él unas condiciones de mercado inciertas e incómodas. Estas condiciones van acompañadas de decisiones igualmente incómodas. Para los fundadores de nuevas empresas, determinar qué camino es el adecuado para su negocio puede requerir un replanteamiento fundamental de la forma en que miden el éxito.

El clima empresarial de 2023 será desconocido para muchos de los que fundaron una empresa en la pasada década. Hasta ahora, una corriente aparentemente interminable de capital relativamente barato ha estado a disposición de cualquier nueva empresa que el mundo del capital riesgo considerara con un alto potencial de crecimiento. Todo el mundo quería una parte del «próximo Facebook». Con tipos de interés cercanos a cero, los riesgos eran relativamente bajos y las posibles recompensas astronómicas.

Quemar dinero en busca de crecimiento se convirtió en la norma; simplemente se conseguía más dinero cuando se agotaba. ¿Y la deuda? ¿Quién la necesita? Los inversores existentes estaban encantados de seguir el juego, aunque su participación en la empresa quedara algo diluida: las crecientes valoraciones mantenían saciados a todos.

Con el paso de los años, este patrón de valoraciones en rápido aumento y un pastel que crecía lo suficientemente rápido como para compensar cualquier dilución -alimentado por el «dinero gratis» que hacía justificable casi cualquier inversión- cristalizó en una mitología en el núcleo de la cultura de las startups. Era una cultura de la que casi todo el mundo se nutría, desde los fundadores y los inversores hasta los medios de comunicación.

El aumento de las valoraciones generaba grandes titulares, que enviaban una señal, tanto a los empleados potenciales como a los mercados, de que una empresa tenía impulso. Las valoraciones elevadas se convirtieron rápidamente en uno de los primeros elementos en los que se fijaban los nuevos inversores a la hora de obtener capital adicional, ya fuera a través de una ronda de financiación privada o de una OPV.

La vía de financiación que elijas tiene enormes consecuencias para el futuro de tu empresa; no debe estar empañada por el ego ni movida por apetitos mediáticos.

Pero las duras condiciones económicas tienden a disipar la complacencia con duras realidades, y este año veremos cómo la realidad se impone en lo que respecta a la financiación. En un contexto de tipos de interés al alza y perspectivas macroeconómicas generalmente negativas, el grifo se abrirá lentamente, o no se abrirá en absoluto. La financiación de capital ya no es barata ni abundante, y la sequía se apoderará de los fundadores.

Es fácil entender por qué muchos fundadores de startups no se plantean la posibilidad de una ronda descendente. Para empezar, se enfrentarían a la otra cara de la manía mediática positiva, que corre el riesgo de erosionar la moral de los empleados y la confianza de los inversores. En una cultura en la que las valoraciones crecientes se llevan como una insignia de honor, los fundadores pueden temer que una ronda a la baja les convierta en parias de Silicon Valley.

Las rondas a la baja no significan el fin de su empresa

La verdad es que no existe una solución única. La vía de financiación que elija tendrá enormes consecuencias para el futuro de su empresa, por lo que no debe dejarse empañar por el ego ni dejarse llevar por los apetitos mediáticos.

En Thoma Bravo ayudamos a las empresas a atravesar esa niebla. Desafiamos a los fundadores y líderes empresariales a dar un paso atrás y reevaluar las decisiones operativas que se tomaron en condiciones de mercado diferentes.

Es fundamental plantearse y considerar estas preguntas metódicamente a la hora de captar nuevo capital:

  • ¿Dónde estoy ganando y perdiendo en el mercado, y cómo debería informar eso a mis planes de inversión?
  • ¿Sigue teniendo sentido mi plan de inversión en personal de ventas sujeto a cuotas, especialmente si el rendimiento es bajo y muchos representantes son improductivos?
    ¿Es el momento de invertir en nuevos mercados donde la competencia es más intensa, o debo centrarme en mis productos y servicios principales, donde tengo más «derecho a ganar» y mayores márgenes?
  • ¿Podría arrancar utilizando el efectivo de mi balance, apretarme el cinturón en las operaciones y autofinanciarme durante el próximo periodo o incluso hasta el momento de la salida?
  • Si todas estas preguntas conducen a la misma conclusión, es decir, que se necesita financiación, los fundadores deben sopesar los pros y los contras de cada posible vía de financiación.

El primer impulso puede ser recurrir a los bonos convertibles. Pueden resultar atractivos por varias razones: Como combinación de deuda y capital, son una vía más rápida para conseguir dinero, su emisión es ligeramente menos costosa que la del capital puro y, como generan parte de su rendimiento a partir de un cupón, no suelen obligar a los inversores existentes ni a la dirección a ajustar la valoración del capital de la empresa.

Pero esas ventajas tienen un precio muy alto. Los inversores buscan rendimientos anuales de hasta el 20%, lo que los hace muy caros como deuda. Es probable que el capital sea de rango superior a todo el capital obtenido hasta la fecha, y pueden venir con restricciones sobre dónde puede gastar el dinero la empresa. Además, es posible que el financiador no aporte ningún valor estratégico más allá del capital.

Para algunas empresas emergentes, estas compensaciones merecen la pena. Pero para otras, sobre todo las que tienen valoraciones muy altas, una ronda descendente puede ser la mejor opción. Los inversores existentes suelen sufrir una dilución mínima con las rondas a la baja, y usted tiene la ventaja de restablecer las expectativas de valor en un mercado difícil. Esto puede aliviar la presión y ponerle en situación de superar las expectativas. Si ese es el caso, es mucho mejor tomar esa decisión mientras todavía tiene libertad para hacerlo.

Cuando esas condiciones cambien inevitablemente a mejor, espero que podamos mirar atrás a las empresas que decidieron hacer una ronda a la baja no con juicio crítico, sino con respeto. Esas decisiones demuestran prudencia, una evaluación lúcida del riesgo y que los fundadores valoraban la flexibilidad. Sobre todo, demuestran que los fundadores sabían cómo navegar por mercados difíciles tomando decisiones difíciles, en lugar de aferrarse a una mitología colectiva del llamado crecimiento exponencial.

Para cualquiera que busque un indicador para invertir, esas señales -más que el bombo publicitario o los titulares- destacarán por todas las razones correctas.

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