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En una ocasión tuve la oportunidad de conocer a un cofundador que tenía un objetivo bastante claro: ganar $1 millón por cada año que trabajara en esa startup, y dejar un impacto positivo en el mundo.
Me sorprendió la claridad de ese pensamiento y comencé a interesarme con otros fundadores, fuera del proceso de análisis del plan de negocio, cuáles eran sus objetivos personales. Resulta que un sorprendente número de fundadores de startups no están realmente seguros de por qué dirigen una empresa, y mucho menos de cuáles son sus objetivos personales.
En este mundo de métricas y objetivos, eso me dejó asombrado. No se trata sólo de un modelo de negocio coherente o un plan sólido para su producto o servicio. Como fundador, se debe profundizar más; tener una comprensión lúcida de los objetivos para iniciar una empresa.
El atractivo del espíritu empresarial es innegable: ofrece la emoción de crear algo nuevo, la posibilidad de un inmenso éxito financiero, la oportunidad de revolucionar industrias o incluso el potencial de cambiar el mundo. Sin embargo, el camino está plagado de desafíos y estrés, que a menudo hacen que la comodidad de un trabajo de por cuenta ajena y con horario estándar parezca inmensamente atractiva.
Entonces, ¿por qué dar el paso? ¿Por qué caminar por la cuerda floja de la vida de una startup? La respuesta probablemente esté ligada a los objetivos personales.
Para marcar una diferencia significativa en el mundo, la startup podría ser el vehículo que impulse ese cambio. El mundo ha sido testigo del poder transformador de nuevas empresas como Facebook, Tesla y Airbnb. Comenzaron como pequeñas iniciativas impulsadas por fundadores que querían alterar el status quo. Los objetivos personales de estos empresarios no eran simplemente la rentabilidad; se preocuparon por crear un impacto duradero.
Pero, ¿cómo se mide ese impacto?
La clave es tener objetivos cuantificables y con plazos determinados. Si el objetivo es reducir la huella de carbono, hay que establecer un objetivo para la cantidad de emisiones de carbono que el producto reducirá en un período determinado. Si se desea democratizar la educación, entonces el objetivo será la cantidad de usuarios que alcanzará la plataforma en un período de tiempo específico. Un objetivo claro y mensurable no sólo mantiene concentrado, sino que también ayuda al equipo a alinear los esfuerzos hacia un objetivo común. También ayuda a saber si lo que se está haciendo realmente funciona.
El aspecto financiero es igualmente importante. El fundador debe tener claras las expectativas financieras. ¿Convertirse en multimillonario? ¿O simplemente una vida cómoda mientras trabaja en lo que le gusta? Tener claros los objetivos financieros puede ayudar a tomar decisiones cruciales sobre financiación, escalamiento y posibles salidas.
Cualquier terapeuta dirá que tener metas personales claras no se trata solo de saber lo que se quiere. Se trata de entender por qué se quiere. Fundar una startup implica largas horas, una presión inmensa y un alto riesgo de fracaso. Para perdurar, se necesita más que una visión; Es necesario una razón más profunda, un «por qué», que alimente la pasión y la resiliencia.
Simon Sinek, autor de “Start With Why”, nos recuerda que la gente no compra lo que tú haces; compran por qué lo haces. El «por qué» es la creencia fundamental, la razón por la que el fundador se levanta cada mañana preparado para afrontar los desafíos de la vida de una startup. Es lo que atrae a clientes, empleados e inversores.
Sí, es cierto que el camino de un fundador es exigente y muchas veces impredecible. Pero también es un viaje de autodescubrimiento, crecimiento y, potencialmente, innovación que cambiará el mundo. Cuando los objetivos personales están claros, no sólo se trabaja para lograr un negocio de éxito; se construye una vida plena.
Al final, la startup no es sólo una empresa; es un reflejo de las aspiraciones personales. Cuanto más claros sean los objetivos, mayores serán las posibilidades de navegar en los tumultuosos mares del emprendimiento.
Cuando las cosas se pongan difíciles, la visión del fundador iluminará el camino, así que es clave asegurar el saber cuál es esa visión, o el riesgo mayor será agotarse en el camino.
