A medida que la pandemia pasa de una fase aguda a una en la que aprendemos a vivir con la COVID-19 como una presencia endémica, algunos empresarios e inversores pueden seguir su impacto en la medicina virtual.
Casi la mitad de los estados de Estados Unidos han puesto fin a las exenciones legales de emergencia introducidas durante la pandemia que permitían que los pacientes fueran atendidos por médicos que ejercían en otros lugares. Para algunos, el final de estas exenciones podría presagiar vientos desalentadores para la telemedicina: un regreso a las viejas regulaciones que acaban con la promesa de nuevas tecnologías.
Sin embargo, hay otra tesis, una impulsada no por el miedo sino por una visión estratégica, donde el regreso de las regulaciones podría significar algo mucho más beneficioso para las nuevas empresas de telemedicina y aquellos que invierten en su éxito: una protección y diferenciación.
Las empresas de telemedicina que investiguen y comprendan el variado mosaico de regulaciones, analizándolas para identificar patrones y crear modelos comerciales escalables, sobrevivirán y prosperarán en el entorno que se avecina. A aquellos que no le den prioridad a este trabajo les espera un futuro complejo, porque los pacientes demandarán éstas nuevas facilidades. Podría significar una reorganización.
Incluso con el regreso de la regulación, la oportunidad de la salud digital crecerá. Si bien las leyes pueden cambiar, la regla macroeconómica de oferta y demanda permanece, y la demanda de atención médica por parte de los pacientes supera con creces la oferta de médicos disponibles. Este desequilibrio solo se aceleró durante la pandemia, ya que los médicos y las enfermeras redujeron la productividad, pasaron a roles menos estresantes o abandonaron el campo de especialización por completo.
En el lado de la demanda de la ecuación, hay más pacientes que necesitan atención. Debido al envejecimiento de los Baby Boomers, los planes de cuidado de salud a bajo coste y la proliferación de opciones asequibles de atención médica minorista, más personas tienen acceso a la atención hoy que hace una década.
Por el lado de la oferta, la telemedicina genera eficiencia y acceso. Si bien el aumento de la telemedicina puede beneficiar a los médicos y enfermeras que luchan contra el agotamiento (una menor necesidad de visitas en persona puede generar menos estrés, por ejemplo), este denominador en la ecuación puede cambiar. La creciente demanda entrante ha superado y seguirá superando la cantidad de nuevos médicos que se gradúan cada año.
Esta dinámica casi garantiza que las nuevas empresas de telemedicina que ofrecen una experiencia de usuario de calidad, servicios más matizados/especializados médicamente y una variedad más amplia de puntos de acceso virtuales seguirán teniendo una gran demanda.
Anteriormente, la telemedicina estaba reservada para la medicina académica con amplias restricciones sobre quién podía recibir los servicios y a qué proveedores se les podía pagar para ofrecerlos. Mientras menos que 1% de los servicios médicos se proporcionaron a través de la telemedicina en enero de 2020 en Estados Unidos, ahora se estima que esa cifra es 38 veces superior a la línea de base previa a la pandemia. De hecho, algunas nuevas empresas se concibieron, lanzaron y financiaron en su totalidad durante la era de las exenciones de COVID-19.
Las empresas emergentes que ganaron tracción en un momento en que las reglas se relajaron ahora tendrán que mejorar su propuesta de valor. Los reguladores eso esperan y los pacientes lo merecen.
Es probable que aumente la presión en forma de claridad regulatoria. Junto con el número de startups digitales de salud haciendo la transición a grupos de proveedores virtuales y clínicas en línea, hay grandes jugadores que aceleran su transformación digital, reduciendo la presencia física, y el aumento de la atención virtual, incluida la atención primaria.
Ningún actor del mercado debe dejarse llevar por la inacción ante ampliaciones temporales de exenciones por la crisis. Los fundadores inteligentes (y sus inversores) no perderán el tiempo en lanzar o modificar un negocio que pueda prosperar en un entorno donde las regulaciones vuelven a los estándares anteriores a COVID.
Es un desarrollo que permitirá que la telemedicina madure, pasando de ser un reemplazo conveniente en una crisis a ganar su propio lugar en la mesa de la industria de la salud como un participante esencial en la continuidad de la atención.
