DJI se ha pasado los últimos años redoblando su capacidad imaginativa, triplicándola en este caso. Y tiene sentido. Aparte de la diversión subyacente de hacer volar estas cosas, todas las aplicaciones más inmediatas para el consumidor/prosumidor giran en torno a la toma de fotografías y el vídeo.
El nuevo Mavic 3 Pro adopta el lado prosumidor de esa dicotomía con un sistema de triple cámara. En su corazón hay una cámara Hasselblad – naturalmente, dado que el gigante de los drones compró una participación mayoritaria del muy querido fabricante de cámaras sueco allá por 2017. Es el mismo modelo CMOS 4/3 que se encuentra en la serie Mavic 3 estándar, que es capaz de tomar imágenes RAW de 12 bits.
El sistema de tres cámaras parece ofrecer mucha más flexibilidad óptica de la que encontrarás en otros drones de consumo, con un trío de distancias focales de 24 mm, 70 mm y 166 mm. El sistema puede grabar hasta 5,1K a 50 FPS y 4K a 120 FPS.
Todo ello se ve reforzado por el software de vídeo que DJI ha ido creando a lo largo de varias generaciones, que permite realizar tomas cinematográficas preprogramadas. Efectivamente, puedes conseguir algo que parezca profesional con un par de clics, o puedes tomar el control manual tú mismo. También puede volar basándose en waypoints o a través de una ruta preconfigurada, al tiempo que utiliza la evitación de obstáculos integrada para evitar caerse del cielo.
La potente batería de 43 minutos también debería ayudar. El tiempo de vuelo ha sido tradicionalmente un punto conflictivo en estos sistemas, pero 43 minutos es generoso. También se pueden cambiar las baterías para seguir volando; si se adquiere el paquete Fly More, se obtienen dos más.
Como era de esperar, no es barato. El Mavic 3 Pro cuesta a partir de 2.200 dólares. El combo Fly More, que también incluye un centro de carga de baterías, cuesta 800 dólares más. Otros 889 dólares te darán el controlador DJI RC Pro con pantalla 1080p incorporada.
