En 2013, Elon Musk publicó en un white paper la idea de viajar de Los Ángeles a San Francisco en solo 35 minutos a través de un tubo sellado al vacío, un sistema que llamó Hyperloop. La idea «surgió de su odio por el sistema ferroviario de alta velocidad propuesto por California» de acuerdo a a su biógrafa Ashlee Vance.
Diez años después, la startup más destacada que intentó seguir los pasos de Musk, Hyperloop One, está cerrando sus puertas. Y la noticia de su desaparición se conoció menos de dos semanas después de que la administración Biden anunciara $6 mil millones en fondos para proyectos de trenes de alta velocidad en todo California.
Es una gran victoria para los defensores del transporte público, muchos de los cuales han pasado décadas luchando no sólo por el tren de alta velocidad, sino también por un mejor servicio ferroviario en general. El anuncio de Biden también incluyó financiación para un muchos otros proyectos ferroviarios en todo el país. Pero de ninguna manera es una victoria limpia.
Por un lado, muchas ciudades y estados fueron arrullados por el canto de sirena del Hyperloop y posteriormente quedaron a la deriva. Todavía recuerdo vívidamente haber contado una historia en 2018 sobre el colapso de Arrivo (otra startup de Hyperloop creada por uno de los cofundadores de Hyperloop One) y llamar al Departamento de Transporte de Colorado para preguntar sobre la quiebra de la empresa, solo para darme cuenta en la llamada que no tenían idea de lo que había sucedido.
Colorado no estaba solo. Hyperloop One prometió una vez a Virginia Occidental que construiría una instalación de pruebas y certificación de 500 millones de dólares en el estado. También construyó una pista de pruebas cerca de Las Vegas donde, brevemente, movió a algunas personas a través de un tubo, un logro suficiente, aparentemente, para que el entonces director ejecutivo Jay Walder. afirmara que fue la “primera nueva forma de transporte masivo en más de 100 años”.
Quedan otros proyectos y empresas de Hyperloop, aunque en gran medida fuera de Estados Unidos. Afortunadamente, este país ya estaba recuperando el impulso para invertir en su sistema ferroviario, centrándose en trenes más rápidos.
El esfuerzo más destacado es Brightline, una empresa que recientemente extendió su servicio existente desde Florida hasta Orlando permitiendo a los pasajeros viajar allí desde lugares tan lejanos como Miami.
Brightline también está construyendo lo que llama “la primera verdadera red ferroviaria de alta velocidad del país” entre Los Ángeles y Las Vegas. Ese proyecto recibió 3 mil millones de dólares de la financiación anunciada recientemente por la administración Biden y se espera que comience a construirse a principios de 2024.
La construcción de trenes de alta velocidad requerirá algo más que dinero. Hay problemas profundamente arraigados obstáculos derivados de años de desregulación. Los proyectos de este tamaño también tienen dificultades para mantener las fechas previstas y dentro del presupuesto. El otro El gran destinatario de la financiación federal recién anunciada (otros 3.000 millones de dólares) es un proyecto ferroviario de alta velocidad previsto para recorrer la columna vertebral de California y que fue la fuente original de la ira de Musk.
¿Podría la reactivación del tren de alta velocidad correr el riesgo de una revancha con el hombre más rico del mundo? Quizás, aunque los fanáticos de los trenes puedan consolarse con lo distraído que se ha vuelto Musk desde ese publicación de 2013.
Además, aparte de un puñado de concursos de ingeniería organizados por SpaceX, Musk sólo tuvo sus propios proyectos de Hyperloop a un nivel superficial.
Musk tuiteó una vez que tenía “aprobación verbal del gobierno” para construir «un Hyperloop subterráneo NY-Phil-Balt-DC». Nunca fue construido. En abril de 2022 manifestó su empeño en la construcción de túneles con su iniciativa, The Boring Company, que «intentaría construir un Hyperloop que funcione». Al día siguiente la empresa tuiteó «Las pruebas de Hyperloop a gran escala comenzarán a finales de este año». Eso tampoco sucedió nunca.
Musk pasó la última década apenas interactuando con el Hyperloop, esencialmente manifestando su intento de acabar con el tren de alta velocidad. Con la muerte de Hyperloop One ensombreciendo esa premisa, parece cada vez más que el multimillonario tiene una decisión que tomar: ¿Le importa lo suficiente como para encontrar tiempo para terminar el trabajo él mismo?
