Google trabajará con Europa en un «Pacto por la Inteligencia Artificial» provisional

Sundar Pichai, de Google, ha acordado trabajar con los legisladores europeos en lo que se ha dado en llamar un «Pacto por la Inteligencia Artificial», aparentemente un conjunto provisional de normas o estándares voluntarios mientras se trabaja en la regulación formal de la aplicación de la Inteligencia Artificial.

Pichai se reunió con Thierry Breton, Comisario de Mercado Interior de la Unión Europea, que emitió un comunicado tras la conferencia de hoy en el que afirmaba: «No hay tiempo que perder en el ámbito de la inteligencia artificial. No hay tiempo que perder en la carrera de la IA para construir un entorno en línea seguro».

En una nota informativa publicada por su oficina tras la reunión también se dice que la UE quiere ser «proactiva» y trabajar en un pacto sobre IA antes de que se apruebe la legislación comunitaria que se aplicará a la IA.

La nota añadía que el bloque quiere poner en marcha un Pacto por la IA «en el que participen voluntariamente todos los principales agentes europeos y no europeos de la IA» y antes de que venza el plazo legal de la citada Ley paneuropea sobre IA.

Sin embargo, por el momento, el único gigante tecnológico que se ha unido públicamente a la iniciativa es Google.

Nos hemos puesto en contacto con Google y la Comisión Europea para preguntarles sobre la iniciativa.

En otras declaraciones públicas, Breton afirmó:

Aunque no hay detalles sobre lo que podría contener el «pacto de IA», como ocurre con cualquier acuerdo de autorregulación, carecería de fuerza legal, por lo que no habría forma de obligar a los desarrolladores a firmar, ni consecuencias para los que no cumplan los compromisos (voluntarios).

Aun así, quizá sea un paso hacia el tipo de cooperación internacional en la elaboración de normas que han reclamado en las últimas semanas y meses varios tecnólogos.

La UE tiene precedentes cuando se trata de conseguir que los gigantes tecnológicos se comprometan a autorregularse: Ha establecido, a lo largo de varios años, un par de acuerdos voluntarios (también conocidos como Códigos) que han suscrito varios gigantes tecnológicos (incluido Google), comprometiéndose a mejorar sus respuestas a las denuncias de incitación al odio en línea y a la difusión de desinformación perjudicial. Y aunque los dos Códigos mencionados no han resuelto lo que siguen siendo problemas complejos de moderación del discurso en línea, han proporcionado a la UE una vara para medir si las plataformas están o no a la altura de sus propias afirmaciones – y, a veces, utilizar para repartir una ligera paliza pública cuando no lo están.

En términos más generales, la UE va por delante del resto del mundo en la elaboración de normas digitales y ya ha redactado reglamentos sobre inteligencia artificial: hace dos años propuso un marco basado en el riesgo para las aplicaciones de inteligencia artificial. Sin embargo, incluso los mejores esfuerzos del bloque van a la zaga de los avances en este campo, que han sido especialmente virulentos este año, después de que el chatbot de IA generativa de OpenAI, ChatGPT, se pusiera ampliamente a disposición de los usuarios de la web y obtuviera una atención viral.

En la actualidad, el proyecto de Ley de Inteligencia Artificial de la UE, propuesto en abril de 2021, sigue siendo una pieza viva de la legislación entre el Parlamento Europeo y el Consejo, con el primero acordando recientemente una serie de enmiendas que quieren incluir, incluyendo varias dirigidas a la IA generativa.

Los colegisladores de la UE deberán alcanzar un compromiso sobre el texto final, por lo que aún está por ver cuál será la forma definitiva de la normativa sobre IA del bloque.

Además, aunque la ley se apruebe antes de finales de año, que es el plazo más optimista, habrá que esperar al menos un año para que se aplique a los desarrolladores de IA. De ahí que los comisarios de la UE estén presionando para que se adopten medidas provisionales.

A principios de esta semana, la vicepresidenta Margrethe Vestager, que dirige la estrategia digital del bloque, sugirió que la UE y EE.UU. estaban dispuestos a cooperar en el establecimiento de normas mínimas antes de que la legislación entre en vigor (vía Reuters).

En declaraciones posteriores a la reunión con Google, Vestager tuiteó: «Necesitamos la Ley de IA lo antes posible, pero la tecnología de IA evoluciona a una velocidad extrema. Así que necesitamos un acuerdo voluntario sobre normas universales para la IA ya».

Un portavoz de la Comisión explicó el comentario de Vestager: «En la reunión ministerial digital del G7 celebrada en Takasaki (Japón) los días 29 y 30 de abril, la Vicepresidenta Vestager propuso unos límites de seguridad acordados internacionalmente sobre la IA que las empresas pueden cumplir voluntariamente hasta que la Ley de IA entre en vigor en la UE. Esta propuesta fue recogida por los líderes del G7, que el pasado sábado acordaron en su Comunicado poner en marcha el «Proceso de Hiroshima sobre IA», con el objetivo de diseñar dichos guardarraíles, en particular para la IA generativa».

A pesar de estas súbitas expresiones de precipitación de alto nivel, vale la pena señalar que el actual reglamento de protección de datos de la UE, el GDPR, puede aplicarse -y ya se ha aplicado- contra ciertas aplicaciones de IA, incluidas ChatGPT, Replika y Clearview AI, por nombrar tres. Por ejemplo, una intervención reglamentaria en ChatGPT en Italia a finales de marzo llevó a la suspensión del servicio, a lo que siguió la elaboración por parte de OpenAI de nuevas declaraciones y controles para los usuarios en un intento de cumplir las normas de privacidad.

A esto hay que añadir, como señala Breton, que las nuevas DSA y DMA pueden crear nuevos requisitos estrictos que los creadores de aplicaciones de IA tendrán que cumplir, en función de la naturaleza de su servicio, en los próximos meses y años, a medida que estas normas empiecen a aplicarse a los servicios digitales, las plataformas y los gigantes tecnológicos que más influyen en el mercado (en el caso de la DMA).

No obstante, la UE sigue convencida de la necesidad de normas específicas basadas en el riesgo para la IA. Y, al parecer, está dispuesta a redoblar el «efecto Bruselas» que su legislación digital puede atraer anunciando ahora un pacto provisional sobre IA.

En las últimas semanas y meses, los legisladores estadounidenses también han centrado su atención en la delicada cuestión de cómo regular mejor la inteligencia artificial. Recientemente, un comité del Senado celebró una audiencia en la que Sam Altman, consejero delegado de OpenAI, dio su opinión sobre cómo regular esta tecnología.

Es posible que Google quiera jugar en el otro bando y se apresure a colaborar con la UE en la elaboración de normas voluntarias. ¡Que empiece la carrera armamentística de la regulación de la IA!