El Futuro de la Inversión de Capital Riesgo en la Tecnología Climática
En años recientes, la tecnología enfocada en la sostenibilidad ha generado un gran interés. Se observa cómo los inversores buscan activamente empresas con criterios ESG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo), los gobiernos impulsan legislaciones ambiciosas y las corporaciones adoptan nuevas soluciones sostenibles. Se proyecta que la financiación en sostenibilidad alcance niveles sin precedentes, con estimaciones como las del BCG Henderson Institute que indican una inversión global acumulada de 75 billones de dólares para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050.
Sin embargo, un análisis más profundo revela una realidad menos optimista. Según datos recientes de Statista, la inversión de capital riesgo (VC) en tecnología climática y de sostenibilidad ha mostrado un descenso constante desde 2021. Mientras que las startups de inteligencia artificial a menudo consiguen rondas de financiación en cuestión de semanas, las empresas centradas en la sostenibilidad pueden pasar años en un estado de incertidumbre financiera. Se han documentado numerosos casos de startups excepcionales, con tecnología validada y un claro potencial de mercado —desde soluciones de agricultura sostenible hasta tecnologías de captura de carbono—, que se han visto forzadas a operar con recursos propios. Existe una evidente discrepancia en el sector del capital riesgo.
El desajuste de expectativas en la inversión
La pregunta fundamental es por qué no se respaldan las innovaciones necesarias para crear un futuro más sostenible. El problema central reside en cómo se evalúan las oportunidades de inversión. Al analizar empresas de tecnología sostenible, la mayoría de los fondos de capital riesgo esperan una adopción rápida, un crecimiento exponencial y mercados totales direccionables (TAM) masivos. Se aplican las mismas métricas y expectativas utilizadas para las startups de software como servicio (SaaS) e inteligencia artificial. Aunque algunas empresas de sostenibilidad pueden encajar en este molde, muchas se encuentran en una etapa demasiado temprana de adopción en el mercado para demostrar estas características.
Un ejemplo ilustrativo es el de una compañía que ha desarrollado una tecnología revolucionaria para la limpieza de los océanos, con una capacidad probada para reducir drásticamente la contaminación al disminuir la cantidad de microplásticos que ingresan al agua. A pesar del reconocimiento de organismos internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la empresa ha enfrentado dificultades de financiación durante años. Para los inversores de capital riesgo, la ausencia de un crecimiento rápido ha prevalecido sobre la tecnología patentada, el impacto ambiental demostrado y una sólida economía empresarial. Aunque se reconocieron sus impresionantes resultados, la mayoría de los inversores no se sintieron cómodos con los plazos de adopción y la velocidad de crecimiento, ya que para muchos clientes corporativos, las inversiones en sostenibilidad siguen siendo una categoría deseable más que una necesidad imperativa.
A esto se suma que muchas soluciones de sostenibilidad requieren la aprobación de múltiples partes interesadas dentro de las organizaciones, lo que conduce a ciclos de venta más largos e impredecibles. Además, a diferencia de las startups basadas exclusivamente en software, muchas de estas empresas necesitan una inversión inicial significativa en activos físicos o infraestructura.
El resultado se refleja en estadísticas poco alentadoras: mientras que las empresas tecnológicas tradicionales suelen tardar tres años en pasar de una ronda de financiación Serie A a una Serie B, las tecnologías de sostenibilidad necesitan una media de más de siete años para alcanzar la escalabilidad. En definitiva, las inversiones de impacto aún no se equiparan firmemente con los rendimientos tradicionales del capital riesgo. Aunque desde 2015 se ha realizado un esfuerzo concertado por argumentar que los rendimientos del impacto se están acercando a los del capital riesgo, los datos a menudo cuentan una historia diferente, y esta brecha de rendimiento crea una tensión fundamental con el modelo de VC.
Los fondos de capital riesgo operan bajo estrictas limitaciones: tienen deberes fiduciarios con sus socios limitados, estructuras de fondos cerrados y plazos definidos para generar rendimientos. La capacidad de un fondo para levantar futuras rondas de financiación depende por completo del rendimiento de sus inversiones previas. En este contexto, respaldar «buenas inversiones» que no han demostrado una viabilidad económica suficiente se vuelve paradójicamente arriesgado, incluso para una industria construida sobre la asunción de riesgos.
Replanteando el modelo de tecnología climática
Financiar la próxima generación de tecnología climática podría requerir nuevas soluciones por parte de todos los actores del ecosistema. La pregunta es si los inversores están verdaderamente dispuestos a encontrar nuevos modelos. Se está observando una tendencia preocupante en la que, en lugar de buscar nuevas formas de adaptar los marcos de inversión y los mecanismos de financiación o dedicar más tiempo a la búsqueda de startups de tecnología climática con alto potencial, se contratan consultores para reposicionar a las empresas de su cartera existente como «amigables con el ESG». Este enfoque, en esencia, consiste en encontrar un ángulo ESG en empresas de software tradicionales para informar a los socios limitados sobre los avances en la financiación de soluciones tecnológicas sostenibles. No hace falta decir que esta práctica contribuye poco a un cambio ambiental y social significativo.
Alternativas propuestas
Existen varias ideas sobre cuál podría ser la alternativa.
- Repensar los mecanismos de financiación tradicionales: Es necesario que los inversores de capital riesgo colaboren con otros actores del ecosistema para mitigar los riesgos financieros mientras se equilibran riesgos y rendimientos. Hoy en día, los principales inversores de impacto están trabajando para combinar el capital de riesgo tradicional con capital catalítico para reducir el riesgo de las inversiones en etapas tempranas o crear opciones de financiación basadas en ingresos para empresas de sostenibilidad con un crecimiento constante. Otros desarrollan modelos de financiación basados en resultados, vinculados a métricas de impacto. Para las empresas que tienen dificultades con el modelo de VC, los fondos «evergreen», que no tienen ciclos de vida fijos y permiten períodos de tenencia más largos, pueden adaptarse mejor a los plazos de desarrollo de la tecnología climática. El capital riesgo corporativo y las grandes corporaciones, que enfrentan presiones para la transición a cero emisiones netas, también pueden convertirse en patrocinadores viables, proporcionando tanto capital como oportunidades de proyectos piloto.
- Proporcionar ayuda práctica para acelerar la escalabilidad: El asesoramiento mensual en las reuniones del consejo de administración es valioso, pero la verdadera contribución reside en la ayuda práctica para impulsar la adopción. Se considera que los mejores inversores de impacto dedican su tiempo de manera efectiva al asociarse con ramas de capital riesgo corporativo para asegurar oportunidades piloto y validación de mercado para sus empresas en cartera, colaborando con agencias gubernamentales en la obtención de subvenciones y subsidios, y trabajando con consorcios industriales para acelerar la adopción.
- Ajustar las métricas y las expectativas: Es preciso que los inversores consideren nuevos marcos para la evaluación de las inversiones en sostenibilidad. Las métricas tradicionales del sector SaaS podrían ser reemplazadas por indicadores ajustados al impacto, que consideren tanto los resultados financieros como los de sostenibilidad, o que permitan ciclos de retorno más largos que se alineen con los plazos de desarrollo y las curvas de adopción del sector. Es importante señalar que no se trata de rebajar los estándares, sino de adaptarlos para que se ajusten a las características únicas de las tecnologías de sostenibilidad.
Para el sector del capital riesgo, la cuestión no debería ser si invertir en tecnología climática, sino cómo adaptar su enfoque a estas innovaciones críticas. Sin este cambio de perspectiva, se corre el riesgo de perder la próxima ola de tecnologías transformadoras que podrían ayudar a abordar nuestros desafíos ambientales y sociales más apremiantes. Después de todo, el mayor riesgo podría no ser respaldar la tecnología de sostenibilidad demasiado pronto, sino demasiado tarde.