Hace seis años, en un evento en San Francisco, Sam Altman, CEO de OpenAI, respondió a una pregunta sobre el modelo de negocio de su compañía con una afirmación que provocó risas: le preguntaría a la propia IA. Altman, sin inmutarse, sentenció: «Pueden reírse. Está bien. Pero es lo que realmente creo». No bromeaba.
Esa misma sensación de estar al borde de una revolución tecnológica se percibe al escuchar a Max Hodak, cofundador y CEO de Science Corp. Hodak, un programador desde los seis años que trabajó en el laboratorio del pionero neurocientífico Miguel Nicolelis en la Universidad de Duke, cofundó Neuralink junto a Elon Musk en 2016, donde ejerció como presidente hasta 2021.
Lecciones de un visionario
Al recordar su trabajo con Musk, Hodak describe un patrón revelador: «Nos encontrábamos en situaciones donde yo le presentaba dos soluciones diametralmente opuestas, A o B. Él miraba el problema y decía, ‘Es definitivamente B’, y el problema nunca volvía a surgir».
Con esa experiencia, Hodak se unió a tres ex-colegas de Neuralink para lanzar Science Corp. hace aproximadamente cuatro años. Al igual que Altman, Hodak describe el improbable objetivo de su equipo con una calma que sugiere que los límites de la cognición están a punto de superarse mucho antes de lo que la mayoría imagina.
El floreciente ecosistema de las interfaces cerebro-computadora
Mientras la atención se centra en la IA y los centros de datos, el campo de las interfaces cerebro-computadora (BCI) ha estado ganando un impulso formidable. El mercado está en plena efervescencia, con actores de todos los tamaños entrando en la carrera.
Glosario: BCI
Una Interfaz Cerebro-Computadora (BCI, por sus siglas en inglés) es un sistema de comunicación directa entre el cerebro y un dispositivo externo. Su objetivo es permitir a un individuo controlar ordenadores, prótesis u otros aparatos electrónicos utilizando únicamente la actividad cerebral, sin necesidad de la actividad muscular periférica.
Gigantes tecnológicos como Microsoft Research llevan siete años con un proyecto dedicado a BCI. Apple se asoció recientemente con Synchron, una empresa respaldada por Bill Gates y Jeff Bezos, para desarrollar un protocolo que permita a las BCI controlar iPhones y iPads. Incluso Sam Altman está involucrado en la creación de un competidor de Neuralink. A nivel geopolítico, China lanzó en agosto su «Plan de Implementación para Promover la Innovación y el Desarrollo de la Industria BCI», con el objetivo de liderar el sector a nivel mundial para 2030.
Perfil: Science Corp.
Fundada en 2021 por el ex-presidente de Neuralink, Max Hodak, junto a Alan Mardinly, Corey Wolin y Tim Hanson, Science Corp. es una compañía de neurotecnología con sede en Alameda, California. Su misión es desarrollar una cartera de tecnologías para expandir el potencial humano, comenzando con la restauración de la visión en pacientes ciegos. Con una valoración estimada en cientos de millones de dólares y respaldada por inversores como Khosla Ventures y Fifty Years, la empresa combina la ingeniería de vanguardia con la neurociencia para crear interfaces bio-electrónicas avanzadas que van más allá de los implantes tradicionales.
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Prima: El primer paso hacia la rentabilidad y el impacto
Hodak admite que gran parte de la neurociencia detrás de las BCI no es nueva. «Una crítica legítima es que no estamos haciendo nueva neurociencia. Decodificar el control de un cursor o un brazo robótico se ha hecho durante 30 años». La verdadera innovación, según él, reside en la ingeniería: «La innovación en Neuralink fue hacer un dispositivo lo suficientemente pequeño y de bajo consumo como para implantarlo completamente y cerrar la piel, eliminando el riesgo de infección. Eso fue genuinamente nuevo».
Science Corp. está adoptando un enfoque pragmático para generar ingresos mientras desarrolla su tecnología más ambiciosa. Su primer producto comercial es un procedimiento llamado Prima, un implante de retina que ya ha sido portada de la revista Time. Consiste en un chip más pequeño que un grano de arroz implantado directamente en la retina, que, combinado con unas gafas equipadas con cámara y una batería, restaura la «visión de formas» en personas con degeneración macular avanzada.
En ensayos clínicos completados con 38 pacientes, el 80% pudo volver a leer, dos letras a la vez. «Hasta donde sé, es la primera vez que se demuestra de forma definitiva la restauración de la capacidad de leer con fluidez en pacientes ciegos», afirma Hodak.
Cronología de Prima
| 2023 | Science Corp. adquiere la tecnología Prima de la empresa francesa Pixium Vision. |
| 2024 | Completa los ensayos clínicos iniciados por Pixium y presenta los resultados para su aprobación en Europa. |
| Verano 2025 | Lanzamiento comercial previsto del producto en Europa. La aprobación de la FDA en EE.UU. está en proceso. |
El futuro: Terapia génica y tejido cerebral de laboratorio
Prima es solo el comienzo. El siguiente paso es la terapia génica optogenética, que busca hacer que las neuronas sean sensibles a la luz para poder controlarlas sin electrodos. Con esta técnica, en lugar de estimular eléctricamente las células bipolares de la retina, se modifican genéticamente para que respondan a la luz, eliminando la necesidad de implantes. «El ojo es un lugar ideal para este tipo de terapia génica, porque el sistema inmune lo deja en paz», explica Hodak.
Pero el objetivo final es aún más audaz: una forma de cultivar e integrar nuevo tejido cerebral. Hodak argumenta que los electrodos, como los de Neuralink, son invasivos y causan daño tisular, lo que limita su escalabilidad. La propuesta de Science Corp. es un dispositivo similar a una rejilla de gofre que se asienta en la superficie del cerebro. Cada pocillo contiene neuronas modificadas cultivadas a partir de células madre. Una vez instalado, estas nuevas neuronas desarrollan conexiones (axones y dendritas) con el tejido cerebral existente, formando enlaces biológicos.
En pruebas con ratones, la empresa demostró que cinco de nueve animales aprendieron a moverse a izquierda o derecha cuando se activaba el dispositivo. «Lo hace de una manera perfectamente biocompatible, porque el cerebro es solo un montón de neuronas hablando con otras neuronas», comenta Hodak. Y si algo sale mal, un simple suplemento vitamínico puede hacer que las neuronas modificadas mueran, actuando como un interruptor de seguridad biológico.
La verdadera meta: Descifrar la conciencia
«Realmente creo que la BCI es una historia adyacente a la longevidad. El cerebro es inteligente y es consciente. Sabemos que la inteligencia es independiente del sustrato, porque la obtenemos tanto en cerebros como en GPUs. Pero el final de la búsqueda de la interfaz cerebro-computadora, creo, son en realidad las máquinas conscientes».
Para Hodak, el objetivo último es descifrar la conciencia misma: entender las leyes físicas que hacen posible la experiencia subjetiva y luego diseñarla en nuevos sustratos. Una vez que se comprenda cómo miles de millones de neuronas se unen para crear una experiencia unificada, se podrán hacer cosas realmente salvajes, como fusionar múltiples cerebros en una sola conciencia.
«Podrías, en un sentido muy fundamental, hablar de redibujar la frontera alrededor de un cerebro, posiblemente para incluir cuatro hemisferios, un dispositivo o un grupo entero de personas», especula. En lugar de reparar cuerpos que fallan, ¿por qué no simplemente mover la conciencia a otro lugar?
Predicciones de Hodak
| 2035 | Las interfaces neuronales biohíbridas estarán disponibles para pacientes con necesidades médicas graves. Será el año en que un paciente terminal podría elegir «ser insertado en la matriz». |
| Finales de 2040 | La tecnología BCI será «realmente ubicua», expandiéndose gradualmente desde la población de pacientes al público general a medida que las cirugías se vuelvan más seguras. |
El conflicto económico y social en el horizonte
La proliferación de las BCI plantea un dilema económico fundamental. Mientras que la tecnología de consumo tiende a abaratarse y mejorar, la sanidad opera con un «cubo de dinero fijo». A medida que estas tecnologías extiendan la vida y mejoren los resultados, la demanda de gasto sanitario se disparará, creando un conflicto insostenible.
«No puedes gastar 10 veces más en sanidad. Sería una catástrofe», advierte Hodak. Esto podría llevar a un futuro donde el acceso a mejoras cognitivas sea una cuestión de poder adquisitivo, creando una brecha social sin precedentes. Imaginar competir contra alguien con memoria perfecta o capacidad de cálculo instantánea deja de ser ciencia ficción para convertirse en una realidad económica a corto plazo.
A pesar de estas implicaciones distópicas, Hodak se muestra más preocupado por los problemas actuales. «Me preocupa mucho más Twitter que estas cosas», dice con una sonrisa, refiriéndose a la manipulación de la información a través de nuestros ojos. Al final, la conversación deja una sensación similar a la que provocó Altman hace años: una mezcla de escepticismo y la inquietante posibilidad de que las ideas más ambiciosas de Silicon Valley, una vez más, estén a punto de cambiar el mundo.
